miércoles, 7 de noviembre de 2018

Turismo colaborativo en Cuba y el desarrollo local. Dos caras de la misma moneda.



     Entre los avances e innovaciones del mundo sobre el turismo del futuro próximo, se encuentran términos como: Pymes del turismo, turismo de barrio o turismo colaborativo; no obstante, todos se enfocan en el mismo sentido, la inclusión de la comunidad en función del desarrollo turístico local, lo que supone menor inversión y mayor ganancias, ofreciendo un producto novedoso, atrayente y personalizado para el turista.

     A este ajiaco se suman, empresas tales como Airbnb y Expedia, con potentes plataformas digitales que funcionan como captadoras de clientes e intermediarias entre el turista y el destino deseado, generando ciertamente una dinamización del mercado, por lo cual se agencia una buena lasca del pastel.   
 
     A decir del investigador español Javier Gil, Airbnb tiene una forma especulativa, que quita viviendas en alquiler para ponerlas como uso turístico. Lo novedoso en España es que la gente lo hace en su vivienda, y hay todo tipo de perfiles: anfitrión esporádico pero también cada vez hay más gente precaria, que necesita rentar una habitación para poder pagar el alquiler o la hipoteca. 

     Prosigue, cada vez hay más mujeres divorciadas con hijos, o nómadas urbanos: personas que se van el fin de semana a casa de un familiar y alquilan la suya en Airbnb. He visto que lo hacen hasta familias con hijos pequeños o jubilados que no llegan a fin de mes. Esto genera vidas precarias.

     El caso de Cuba no es muy distante del que nos relata el investigador, salvo algunas diferencias en cuanto al tipo de vínculo y formas de pago con estas empresas y el modo en que los cubanos alquilan sus viviendas. Sin embargo, queda muy claro que la sagacidad de Airbnb o Expedia en su diseminación por todo el territorio nacional, según cifras declaradas en sus sitios web, alerta sobre la necesidad de poner coto, ya que no se puede hablar de economía colaborativa real entre las partes; además, son mercados especulativos, por lo que se deberá normar también las relaciones directas entre ambos interesados, sin obstaculizar el avance alcanzado entre el Estado y los Trabajadores por cuenta propia en el sector turístico cubano. 
    
     Este tipo de nexos sin la debida protección jurídica, facilita el objetivo de dichas plataformas, que es invisibilizar la relación mercantil que hay detrás, con una campaña de publicidad destinada a potenciar supuesta generación de relaciones humanas, pero detrás no hay más que interés económico.

     ¿Cuál es una de las complejidades en Cuba? Bueno, que la mayoría de los caseros, como se les llama a los que alquilan sus viviendas o partes de ella, no tienen sitios digitales poderosos para cotizar su alquiler o negocio y caen en las plataformas antes mencionadas, una vez incorporados a la plataforma, usan como gancho una supuesta categorización de los servicios que presta la casa de alquiler, lo que supone que el turista compre el hospedaje, transportación y otras ofertas turísticas en estas plataformas y sea esta organización los que le pague al casero un porciento por el alojamiento.

     Ante esta realidad, queda un asunto por resolver, la necesidad de incluir de forma efectiva la participación de aquellos gestores turísticos que reúnan los requisitos e idoneidad competitiva, en los espacios de desarrollo local y brindarle la posibilidad de anunciar sus ofertas en las plataformas nacionales rectoras de la actividad promocional del destino Cuba y sus polos turísticos, hecho que redimensionará a cada uno de los destinos nacionales, ya que supone nuevos productos y nuevas experiencias con menor costo.

     La coexistencia normada de todos los factores antes mencionados y otros inherentes al sector turístico, generará ganancias, beneficios, desarrollo y posicionamiento en un mercado cada vez más segmentado y dividido.